Nino Quincampoix volvía de Madrid con un sueno: volver a ver a Lyla.
Se tomó el primer tren que lo llevara hasta París, y llegó. Pero Lyla ya no estaba. En su ausencia le había dejado una nota diciéndole que lo amaba, pero que la dejara ir. Nino guardó esa nota en su saco, y salió a recorrer París en su bicicleta buscándola por los rincones de la vieja ciudad. Lyla se encontraba en la casa de su prima, triste y desolada, llorando por la imagen de Nino en su cabeza.
Pero Nino la conocía demasiado. Ella no quería renunciar, quería olvidar el dolor. Nino la encontró después de cuatro horas. Indeciso, golpeó la puerta gritando su nombre, pero no respondió. Quebrado en llanto, calló al piso, rendido, extrañándola más que nunca. Lo mismo hizo Lyla del otro lado de la puerta, tratando de ser fuerte. Entonces Nino recordó y sacó el papel de su saco. Y atrás le escribio: ''Je t'aime et je n'oublierai jamais''. El papel hizo un ruido seco al pasarlo por la puerta, y ésta abrió la puerta con todas sus fuerzas. Mientras llovía en la ciudad de París, el barrio se llenó de alegría, porque Lyla y Nino se besaron.
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